


Obra compuesta por tres frascos de vidrio dispuestos sobre una repisa, en alusión a la cocina: espacio donde se preparan, maceran y conservan los ingredientes. Cada frasco contiene un elemento específico para una venganza aún en estado de preparación: pulpa fermentada de una acción pasada, letras y números de pulpa horneados, y los fósforos que permitieron aquella cocción. La obra pretende desarticular el lenguaje como forma hegemónica de verdad para devolverle su condición de materia: se fermenta, se calienta, se tritura y se dispone como ingrediente en latencia. Ayuda en montaje: Lauro Bande y Tomás Benavente.