





La obra evoca el nombre como huella de presencia, incitación a la memoria que se enfrenta a la desmemoria colectiva. Insiste en recordar, serializa la ausencia y rompe el tránsito normal, generando una vertical de signos que interrogan al espacio y al espectador. Refiere al asesinato de una mujer boliviana que trabajaba en el comercio sexual, y que fue asesinada por un cliente en el sector de Las Animas, Valdivia. Un mes después de su muerte, su nombre fue insertado en la vía pública en un lugar cercano al hecho. El traslado a lo público significó conferir una imagen a un cuerpo que no se enmarca dentro de los regímenes de visibilidad, cuestionando la invisibilidad y la violencia normalizada hacia estos. Asistencia: Susana Silva